Aunque su padre abandonó el hogar cuando ella tenía aproximadamente tres años, Gabriela Mistral lo quiso y siempre lo defendió. Cuenta que «revolviendo papeles», encontró unos versos suyos, «muy bonitos». «Esos versos de mi padre, los primeros que leí, despertaron mi pasión poética. A los 15 años se enamoró platónicamente de Alfredo Videla Pineda, hombre rico y hermoso, más de 20 años mayor que ella, con el que se carteó durante casi año y medio. En 1906 conoció a Romelio Ureta, un funcionario de ferrocarriles. Este sacó un dinero de la caja del ferrocarril donde trabajaba con el fin de ayudar a un amigo; como no lo pudo devolver, Ureta se suicidó en 1909. Más tarde ―a raíz de su triunfo en los Juegos Florales con Sonetos de la muerte, versos que relacionaron con el suicida― nació el mito, que tuvo amplia difusión, del gran amor entre ambos. Mistral tenía diabetes y problemas cardíacos. Finalmente murió en el Hospital de Hempstead (en la ciudad de Nueva York) a causa de un cáncer de páncreas, el 10 de enero de 1957, a la edad de 67 años.
Por: Valentina Bransburg
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